Practicamos una ginecología que se basa en la escucha y observación, incorporando la homeopatía, la fitoterapia y los oligoelementos.
Ginecología basada en la escucha y observación
Se trata de terapias reactivas e individualizadas, que contemplan a la persona en su totalidad, carecen de toxicidad o efectos secundarios y pueden ser indicados para cualquier paciente. Se basa en el mínimo uso de medicamentos alopáticos, recetando solamente los indispensables e intentando potenciar el propio mecanismo que el cuerpo posee para recuperarse .
La primera visita de ginecología en la vida
"¿Quién no recuerda su primera visita ginecológica?
De la mano de nuestra madre, acompañadas por un novio, una amiga, una hermana mayor o quizás solas, hemos cruzado temerosas el umbral de la consulta de un ginecólogo sin saber muy bien qué era lo que íbamos a vivir.
Salvo casos excepcionales, los recuerdos que las mujeres conservan de esta experiencia no son de los mejores. Muchas veces me he encontrado en la situación de tener que reparar los daños causados por una primera visita ginecológica realizada varios años atrás, sanar secuelas dejadas en el cuerpo y en el alma por compañeros o compañeras, con poca experiencia o motivación.
La primera visita ginecológica se ha convertido, simbólicamente, en el mundo occidental, en un ritual de iniciación. Entrar por primera vez en una consulta de ginecología es a la vez entrar en el mundo de las mujeres adultas, de las madres, de las tías, de las hermanas mayores y de las demás mujeres capacitadas para vivir plenamente la sexualidad y la maternidad.
La primera consulta ginecológica puede ser un momento clave en el desarrollo de nuestra femineidad: tanto puede alentarlo e impulsarlo, como encogerlo y asustarlo. Es la ocasión para comprender nuestra anatomía íntima, para descubrir cómo somos construidas por dentro. Para ello, en Marenostrum, recurrimos a tablas de anatomía y, si la joven acepta la propuesta, a un espejo donde puede ver sus genitales externos reflejados y, una vez colocado el espéculo, puede reconocer su vagina, su cérvix y el orificio uterino por donde sale la regla y por donde, un día, entrarán los espermatozoides. Guiada por las palabras de la ginecóloga, la mujer llega a conocer su cuerpo real y a entender que ninguna mujer es igual a otra: existen tantas vaginas como mujeres en el mundo!
El momento de la exploración es clave, no sólo por la delicadeza del tacto y el respeto de los tiempos personales que requiere, sino también porque es a través de la exploración que la joven puede percibirse internamente, sentir el movimiento de su útero y reconocer su presencia e identificar la topografía de sus ovarios. Este reconocimiento le ayudará primero a reconstruir su anatomía de forma sensible y segundo a reconocer las sensaciones que surgen durante la relación sexual. Muchas veces las jóvenes me cuentan de molestias o dolores durante el encuentro sexual que sólo necesitan de una explicación para desaparecer.
La primera visita ginecológica es una buena ocasión para formular preguntas que las adolescentes no se atreven a hacer a sus madres. Hablar de este tema con la mujer que nos concibió, engendró, parió, alimentó, abrazó, cuidó, protegió y educó parece ser casi imposible! Por esta razón, aconsejo que la madre se quede en la sala de espera durante la visita y entre al final para contestar a las preguntas que han surgido durante la visita o para añadir información significativa a la consulta. Es siempre un momento muy emocionante cuando la puerta vuelve a abrirse y madre e hija vuelven a juntarse, de otra manera. Hablar de sexualidad conmigo, sirve a veces para poner palabras allí donde no había y a la vez inaugurar nuevos diálogos entre madres e hijas sobre aspectos del femenino aún no explorados. Es la oportunidad para hablar de anticoncepción y de enfermedades de trasmisión sexual, pero también de placer, de miedos, de falsas ideas, de tabús, de intuiciones que necesitan ser confirmadas. Para ello, en Marenostrum intentamos crear un ambiente íntimo y de confianza, un clima de respeto donde la mujer pueda sentirse segura y marcar sus límites.
¿Cuándo tendría que hacerse una primera visita de ginecología? En general, después de la primera regla. Sin prisa. Hay que saber que los primeros ciclos menstruales pueden ser irregulares, muy escasos o muy abundantes, muy largos o muy cortos. El eje hipotálamo-hipófisis, que regula la función ovárica, se entrena en los primeros meses o años.
Se puede plantear una primera visita cuando aparezca el deseo por parte la joven, o cuando la madre sienta que no puede abordar todas las respuestas a las preguntas, directas o indirectas, que su hija le plantea. Cuando la chica prevé inaugurar su vida sexual, un encuentro con la ginecóloga puede ofrecerle información útil. Abrir una conversación sobre las diferentes maneras de llegar al placer entre un hombre y una mujer puede evitar, al menos en parte, desencuentros y decepciones.
Las llamadas “revisiones ginecológicas”, o sea, la citología de vagina y cuello del útero, pueden iniciarse después de las primeras relaciones sexuales para la prevención de lesiones del cuello uterino y la detección precoz del papiloma virus. Aunque cada vez más niñas llegan vacunadas contra el HPV, es sabido que la revisión citológica del cuello uterino sigue siendo necesaria cada dos, tres años para prevenir lesiones graves.
Os esperamos en Marenostrum para cuidar de vosotras y de vuestras hijas".
Arianna nos explica cómo ayuda la homeopatía a las mujeres.
Como homeópata de las mujeres, me pregunto cómo viven ellas su enfermedad, cuál es su manera personal de relacionarse con los síntomas, cómo se sienten y cómo se perciben a sí mismas.
Toda la información se filtra luego por los diferentes canales del conocimiento: el canal científico, el canal empírico, el canal de la memoria, el canal de la intuición, el canal de la sensación corporal.
Como ginecóloga, me dedico al cuidado de los pechos, las vulvas, las vaginas, los úteros y los ovarios de las mujeres. Como homeópata, recompongo su cuerpo usando su relato como pegamento que construye un cuadro donde todas esas partes se articulan y adquieren un sentido, dinámico y diferente para cada una de ellas.
La ginecología, la medicina de las mujeres
¿Qué hace sufrir a una mujer? Una medicina para las mujeres debería responder a una pregunta mucho más laberíntica y tan compleja como sólo ellas pueden ser. ¿Qué desea realmente una mujer? Porque, sea por sufrimiento del cuerpo o del alma la razón para acudir a consulta, será a través de la comprensión de su deseo que podrá recuperar su salud. La ginecología es la única medicina de género, ya que, excepto casos excepcionales como el cáncer de mama en los varones, tiene como finalidad la salud reproductiva y sexual de las mujeres y no de los hombres.
Es la única especialidad que marca una diferencia clara entre el cuerpo de unos y de otros. Es la medicina de la diferencia, por definición. Sin embargo, las expertas en medicina de género afirman que las mujeres tienen un cuerpo diferente y no sólo a causa de sus genitales. Las niñas al nacer pesan una media de 2850 gramos y miden unos 48 cm; los niños pesan una media de 3450 gramos y miden una media de 50 cm.
La proporción de fibra muscular y tejido adiposo es muy diferente, teniendo las mujeres más grasa y menos fibra; por esa razón, la cantidad de medicamentos tendría que ser mucho más baja en las mujeres que en los hombres, porque se queda más tiempo en el cuerpo. También en el cerebro existen diferencias anatómicas comprobadas. Las mujeres tienen un cuerpo calloso más grueso que los varones. Ellas ven mejor en la oscuridad y son más sensibles al tono rojo. Las mujeres tienen más memoria visual que los hombres con un campo visual más amplio y mayor visión periférica. Ellas están dotadas de una mayor capacidad auditiva y pueden captar mucho mejor que los varones cambios pequeños en el volumen del tono de voz. Su sistema olfativo se adapta mucho más rápido a los malos olores que a los placenteros, y son mucho más sensibles a los cambios en la estimulación de los malos olores que de los placenteros.
Las mujeres presentan una sensibilidad olfativa superior por efecto de los estrógenos, sensibilidad que aumenta durante el embarazo, permitiéndole distinguir olores a distancias mayores de lo habitual. Pocos saben que la mayoría del conocimiento médico proviene de la patología masculina y por esta razón no siempre responde a las reales necesidades de las mujeres. Ser médico de las mujeres consiste en tomar en cuenta estas diferencias y comprender que una mujer sana no es igual a un hombre sano.
Nuestros cuerpos y nuestras mentes femeninas están moduladas por la acción de hormonas que fluctúan en una danza a veces lenta y suave, y a veces, vertiginosa. Reconocer y acompañar nuestros ciclos naturales es un primer paso para comprender nuestra peculiaridad y mi tarea es favorecer el rencuentro con este aspecto cíclico. Hacer las paces con los ciclos de vida-muerte-vida que encarnamos cada mes, cada semana, cada día, en nuestros cuerpos de mujeres y aprender de ello.
Mi mayor satisfacción ha sido llevar a mujeres nacidas sin útero, a causa de una malformación genética, el síndrome de Rokitasnsky, a reconocer su ciclo hormonal, reconocer los cambios de temperatura en su cuerpo, sentir la presencia de sus ovarios, detectar los diferentes estados psíquicos en función del ciclo. Lo tenían todo, menos la sangre roja, marcando el límite entre la muerte y el renacimiento mensual. Quiero citar la obra de referencia sobre la diferencia de géneros: "Mujeres, salud y poder", de Carme Valls-Llobet.
¿Cómo cuido a mis pacientes?
El acceso al cuerpo de mis pacientes es clave en la manera en que ellas mismas pueden llegar a sentirse, percibirse en su corporeidad y recomponer la imagen de su cuerpo. No se trata sólo de respeto y delicadeza, es más: es ir a su encuentro a través de su cuerpo integrándolo todo desde la cabeza hasta los pies, aunque mis dedos estén en el interior de su vagina.
Ellas no son el útero o el ovario que estoy palpando, son una unidad de vísceras, huesos, músculos, neuronas, sensaciones y recuerdos. Cada vez que exploro una paciente sé que estoy realizando un acto lleno de significados, que repercute en la integración de las distintas facetas de esa mujer: su ser madre, su ser amante, su ser sensual, son tocados en este gesto.
La Haptonomía
La Haptonomía es la ciencia del sentimiento y de la vida afectiva que estudia y describe las interacciones y las relaciones afectivas entre los seres humanos a través del tacto, con la finalidad de ayudar a las personas a recuperar su salud física, psíquica o afectiva, así como también a facilitar la maduración de sus facultades innatas.
En su aplicación perinatal, la haptonomía propone un acompañamiento a la pareja orientado a favorecer el desarrollo de la relación afectiva, entre la madre, el padre y el niño. Ayuda a la instauración y al desarrollo del sentimiento de parentalidad. Solicita la participación del niño desde la concepción, en el regazo materno, lugar de ternura y suavidad que envuelve al bebé ofreciéndole el mejor ambiente afectivo para el desarrollo de su ser más auténtico.
Por sus descubrimientos, la haptonomía se encuentra en el corazón de la actualidad científica, médica y psicosociológica y es en estos dos últimos campos donde ofrece propuestas originales, particularmente en el ámbito de la prevención.
Arianna Bonato
Si tienes alguna consulta no dudes en contactar con nosotros, atenderemos tus consultas gustosamente.
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