A través de prácticas corporales que te pueden ayudar a :
Conocer tu cuerpo único y concreto, para comprenderte y cuidarte mejor.
Relajar, liberar tensiones y reequilibrar tu cuerpo y tu mente.
Tonificar y fortalecer la musculatura y mejorar tu coordinación y agilidad.
Integrar hábitos corporales, de movimiento y de reposo, que beneficien tu salud cotidiana.
Tomar consciencia de tu forma personal de moverte, de estar, de relacionarte, y con esa percepción, encontrar recursos y mejorar la calidad de tu movimiento y tu expresión.
En una sesión trabajamos a partir de la escucha del cuerpo, con la respiración y el movimiento, y siempre respetando la anatomía, ritmo y necesidades de cada participante, que es el protagonista de su propio proceso. La sesión suele empezar con alguna demanda específica, si la hay, y la práctica avanza guiada por unas indicaciones suaves y una atención individualizada cuando es necesaria. Se cierra con un breve tiempo para integrar el trabajo hecho, y a menudo, alguna sugerencia de aplicación práctica a la vida cotidiana.
Con una práctica estable, los beneficios en nuestra salud nos llegan:
Mejoramos nuestra capacidad y calidad respiratoria, de coordinación y de flexibilidad.
Aprendemos a relajarnos y a centrarnos con más facilidad.
Recuperamos tonicidad y fluidez en nuestro cuerpo, y eso suele traer de la mano mayor vitalidad, confianza, alegría y lucidez en nuestro día a día.
Somos más dueños de nuestras reacciones a los estímulos, es decir, de nuestras respuestas a lo que la vida nos trae.