Desde hace más de 30 años soy usuaria de las ancestrales medicinas tradicionales y complementarias (MTC), denominación que engloba un conjunto de prácticas y productos como la medicina tradicional china (acupuntura...), la ayurveda, la fitoterapia, la homeopatía, la naturopatía, la osteopatía, la quiropráctica, entre muchas otras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya recomendó a los respectivos estados miembros que, en el período 2014-2023, se incorporaran estas prácticas a los respectivos sistemas de salud, para poder así aprovechar sus beneficios, con el fin de aumentar la salud, el bienestar y el cuidado de las personas.
ESPAÑA ANTE LAS MEDICINAS Y TERAPIAS ALTERNATIVAS
A pesar de la recomendación de la OMS, el gobierno español no solo no ha hecho el trabajo de dar espacio a estas prácticas como sería de esperar, fomentando la regulación de otras formas distintas a la oficial de curar y ser curado, sino que en la etapa de los ministros Sra. Duque y Sra. Carcedo del PSOE (inspirados en propuestas del partido Ciudadanos) ya empezó poniendo en marcha una cruzada para defender un concepto de medicina única y excluyente de cualquier otra práctica médica que no fuera la oficial. Primero denunció a determinados colectivos y profesionales que las practicaban y, más tarde, con las mismas finalidades, orquestó la campaña “Pseudociencias, intrusismo y sectas sanitarias” en la que se gastó 1 millón de euros de dinero público.
A pesar de las “diferencias” exhibidas por los partidos políticos, la sociedad debe saber que la campaña de las pseudociencias contó con el apoyo del conjunto de gobiernos autonómicos y el silencio de la oposición política, transmitiendo desde las esferas del poder una visión distorsionada de la realidad cuya finalidad era presentar como la única medicina "eficiente" e incuestionable a la medicina oficial que conocemos y como los únicos recursos verdaderamente efectivos a los fármacos, antibióticos, vacunas…. Mientras las medicinas, terapias naturales y recursos alternativos son considerados como “ineficientes" y poco fiables, a los que de nada sirve contar con multitud de casos de éxito, ni con estudios e investigaciones que los apoyen.
Esta narrativa de la medicina buena y de la medicina mala se ha ido introduciendo en las informaciones y tertulias de los mass media; “los periodistas", que ya no trabajan desde la pluralidad y la objetividad, usan su título y su tiempo profesional para ridiculizar disciplinas terapéuticas extraordinarias como la acupuntura, la reflexología y la fitoterapia de la milenaria Medicina Tradicional China, practicadas en el mundo entero, o contra medicinas como la homeopatía, que por sus méritos está oficialmente reconocida como especialidad médica en Alemania, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Hungría, India, Lituania, México, Pakistán, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Sri Lanka, Sudáfrica, Suiza y Chile, entre otros países. Sin lugar a duda toda esta presión política y la servidumbre mediática al servicio de la bigfarma ha conseguido crear una imagen negativa o cuando menos dudosa de estas medicinas ante la sociedad.
LA GENERALITAT DE CATALUÑA EN PLENO COLAPSO HOSPITALARIO
El rechazo a las medicinas tradicionales complementarias (MTC) se ha evidenciado en plena crisis de la Covid-19 y situaciones similares a las que describiré se han dado en las diferentes Comunidades Autónomas. Cito por poner un ejemplo el caso de Cataluña, donde debido al colapso hospitalario y a la necesidad de personal médico por las alarmantes cifras de muertos, la Conselleria de Salut (Consellera, Sra. Alba Vergés) llegó a tomar la decisión de movilizar incluso a médicos jubilados y estudiantes acabados de licenciar y estudiantes del último curso de carrera.
Aunque cueste de creer, en mitad del colapso hospitalario y mientras la gente mayor se moría en residencias geriátricas, la Conselleria ignoraba la oferta de ayuda y colaboración que habían presentado sanitarios y licenciados en medicina con dilatada experiencia en la profesión que, además de tener la titulación, estaban en activo pero contaban con el “inconveniente” de estar formados también en medicina complementaria (MTC). Ante esta situación, estos profesionales intentaron ser escuchados abriendo una petición en change.org. Habiendo recogido más de 2.000 firmas de apoyo tampoco recibieron respuesta de la administración y la plataforma social desactivó la petición bajo el argumento que infringía las normas de su comunidad (1).
LOS FARMACOS SON HOY LA TERCERA CAUSA DE MUERTE EN EL MUNDO
Nuestro sistema de salud pública ha demostrado contar con excelentes profesionales con gran espíritu de servicio (médicos, personal de enfermería, sociosanitarios, auxiliares, etc.), pero el valor de los mismos no puede compensar las carencias de un sistema donde los médicos acaban convirtiéndose en meros distribuidores de medicamentos, que irremediablemente terminan generando efectos secundarios en los pacientes que los toman. La dependencia farmacológica de la población sitúa el sector de las farmacéuticas, junto a las drogas, prostitución, armamento, pornografía y alcohol, en el ranking mundial de los negocios más lucrativos.
El Dr. Joan-Ramon Laporte, jefe del Servicio de Farmacología del Hospital de la Vall d'Hebron ya ha manifestado en diferentes ocasiones que nuestra sociedad está sobremedicalizada y que uno de los peligros más importante es que desconocemos los efectos que tienen los fármacos entre sí. Según él, al menos un 50% de los medicamentos prescritos en el sistema de salud son innecesarios y en algunos casos contraindicados, siendo más perjudiciales que beneficiosos.
El Dr. Peter Gøtzsche en el libro “Medicamentos que matan y crimen organizado” demuestra con datos exhaustivos de qué modo la gran industria farmacéutica corrompe a médicos, revistas y sociedades científicas, organizaciones de pacientes, gobiernos y agencias de medicamentos para mejorar sus beneficios; además puntualiza que el 95% de los medicamentos no están justificados y añade que en la actualidad los fármacos son la tercera causa de muerte (2).
Ante estos porcentajes y la inexistencia de estudios sobre la interacción químico-biológica que los efectos de los medicamentos tienen entre sí, no hace falta ser un lince para presuponer que la vacuna, bien sea de Pfizer, Moderna, AstraZeneca o cualquiera de las que se están comercializando, aplicada a una población que está sobremedicalizada y por tanto con exceso de sustancias químicas, puede comportar más riesgos que beneficios para la salud.
Sobre cómo se llega a la sobremedicación, es interesante la entrevista que Jordi Évole realizó al Dr. Laporte en La Sexta, donde le pregunta si es verdad que se inventan enfermedades. Al respecto el doctor contesta que sí y pone como ejemplo el caso del colesterol, cuyo nivel normal había estado anteriormente en 290. Explica que en el año 1994 en una reunión de un comité de expertos norteamericanos se tomó la decisión de bajar el nivel normal a 270, lo que supuso pasar de tener 11 millones de ciudadanos que tenían que tomar la pastilla del colesterol, a 30 millones de consumidores. En aquel momento esta simple decisión no comportó salud sino un aumento notable de las ventas.
¿Pero quiénes eran los miembros de este comité para poder decidir esto? Según la citada entrevista el comité en cuestión estaba formado por 9 miembros, 8 de los cuales tenían conflicto de intereses, lo que significa que estas personas tenían participación directa en acciones de las empresas farmacéuticas o cobraban del sector, a través de otra vía, cantidades que podían llegar a ser superiores a sus salarios (3).
En contraposición a los efectos adversos de los fármacos químicos y sintéticos, tenemos las prácticas preventivas derivadas de las Medicinas Tradicionales Complementarias, alternativas a la medicina convencional que se caracterizan por ser totalmente inocuas. En situaciones como la actual, su aportación es más necesaria que nunca, puesto que la población necesita fortalecer sus defensas inmunitarias y, en general, desintoxicarse y reequilibrar la salud física y psicológica, para poder superar los efectos y consecuencias de las medidas adoptadas por los gobiernos que dicen protegernos (confinamientos y aislamiento social, exposición permanente a clima mediático de ansiedad y miedo, inestabilidad económica, consecuencias por el uso continuado de la mascarilla, etc.).
LA FARMACOCRACIA, EL VIRUS QUE ASOLA EL MUNDO
Dado que los políticos para mantenerse en el poder solo desean tocar los problemas de forma y no de fondo de nuestra sociedad, las consumidoras y los consumidores deberíamos tomar conciencia de las graves acusaciones de perversión y corrupción del sistema de salud actual, lanzadas por el Dr. Gøtzsche, que afectan a las corporaciones médicas, universidades, la gran industria farmacéutica y los gobiernos. Corrupción que con el gran negocio mundial de la vacuna de la Covid-19 se ha incrementado, perjudicando seriamente la imagen y credibilidad de la medicina convencional, hasta el momento hegemónica en el mundo occidental, con incuestionables aportaciones en el campo de la cirugía y en la investigación de fármacos.
La Covid-19 nos ha mostrado con claridad que nuestro mundo aparentemente sujeto a unas estructuras de gobierno democráticas está gobernado por la farmacocracia. En estos días no solo podemos ver el extraordinario poder económico del sector farmacéutico, sino cómo la presión de este lobby se acaba imponiendo a las decisiones de los estados miembros de la UE y destruye la propia democracia, generando nuevos sistemas de control social y destrucción de las economías locales. Por consiguiente, el debate político en materia de salud debería ir más allá del tira y afloja clásico entre sanidad pública y privada o entre asignar más o menos dotación presupuestaria a determinadas partidas, cuestiones sin duda importantísimas pero que, dada la dimensión del problema, son insuficientes si no se denuncia la corrupción del propio sistema, actualmente en plena metástasis por la corrupción de los agentes implicados: sociedades científicas, agencias del medicamento, universidades, partidos políticos, justicia, etc.
Los acontecimientos sanitarios que hemos vivido en el último año nos muestran cada día que el poder trata de imponer una versión única de los acontecimientos, evitando el debate médico y científico, manipulando y escondiendo cualquier recurso alternativo a la vacuna y castigando a las voces disidentes. Un ejemplo de ello es el caso del dióxido de cloro: aun siendo capítulo aparte de las MTC, los grupos de poder por el hecho de haberse evidenciado científicamente su efectividad contra la Covid-19, quieren impedir que sus beneficios lleguen a la población.
LA DECISIÓN SOBRE LA PROPIA SALUD ESTÁ VINCULADA
AL EJERCICIO DE LAS LIBERTADES MÁS ESENCIALES
Vivimos un momento histórico sin parangón en el que los grupos de poder en pos del negocio de los medicamentos y las vacunas están produciendo una situación de tensión permanente y abuso sin igual sobre el pueblo en general. Podemos constatar la falta de independencia de los grandes lobbies, tanto de los partidos más conocidos de izquierda y de derecha, españolistas, regionalistas, independentistas, como también de los sindicatos e incluso del mismo Papa, mostrando con meridiana claridad como el camino de las libertades no se va a resolver de la mano de las estructuras políticas ni religiosas oficiales.
Por ello, el ejercicio de nuestra soberanía personal es ahora fundamental. Es necesario reivindicar a los cuatro vientos el derecho a decidir sobre la propia salud, el derecho a ser soberanas y soberanos, aunque el camino por el que tengamos que pasar conlleve superar algunas dificultades, como es el hecho de aprender a poner límites. Nos toca reivindicar y defender en la práctica de qué forma queremos tratarnos y qué terapia, remedios y productos de salud preferimos. Y en el marco del ejercicio de estas libertades esenciales, a los profesionales que practican las terapias naturales, las comercializan y/o las enseñan, les toca reivindicar con más fuerza que se les garantice su derecho a ejercer su profesión en total libertad e igualdad de condiciones, como el resto de profesionales de la salud.
No nos engañemos más, la trama de intereses urdida en torno al sector de la farmaindustria y el hecho que se sepa que los medicamentos son la tercera causa de muerte en el mundo son datos escalofriantes, que deberían desencadenar investigaciones y denuncias a gran escala que, lamentablemente, las autoridades sanitarias oficiales y judiciales que tanto “nos protegen” no tienen el menor interés en realizar. Todo lo contrario, redundando en lo anterior, hasta ahora las fuerzas políticas, en sus programas, acostumbran a defender la perpetuación de este modelo sanitario, que a todas luces está secuestrado por los grupos de poder y cuya finalidad no es cuidar de la salud de la comunidad, sino crear una sociedad de enfermos crónicos, desvalida, dependiente del sistema y pasiva ante la aplicación de las medidas de control social.
NECESITAMOS UN SISTEMA DE SALUD
QUE SE CONSTRUYA DESDE LA APORTACIÓN DE LOS DISTINTOS PARADIGMAS MÉDICOS
Necesitamos trabajar por un sistema público de salud que sea capaz de construirse con la aportación y el consenso de los distintos paradigmas médicos. Como consumidoras y consumidores, tenemos el derecho a aspirar a una sociedad que sea capaz de integrar y armonizar la práctica médica y los avances farmacológicos de la medicina convencional y oficial y la práctica y los beneficios de la medicina tradicional y complementaria (MTC). Un sistema público que, a diferencia del actual, incorpore también la visión holística de la salud y no la compartimentación, ya que a favor de la especialización médica perdemos la visión global del paciente.
Si se cumplieran los objetivos 2014-2023 de la OMS, la ciudadanía podría beneficiarse de la parte positiva de cada paradigma médico. La incorporación de las prácticas naturales al sistema actual de salud ayudaría a la población en aspectos básicos preventivos, que harían disminuir sustancialmente lo que el Dr. Laporte y el Dr. Gøtzsche llaman consumo innecesario de medicamentos. Y también los efectos indeseados de multitud de pruebas diagnósticas actualmente prescritas con regularidad a la población.
La unión de la excelencia de ambos paradigmas médicos, sin duda, reduciría la millonaria factura de medicamentos y también el número de intervenciones quirúrgicas derivadas de sus efectos, cuestión que molestaría a los grupos de poder que actualmente son destinatarios de enormes beneficios económicos, pero liberaríamos a nuestra sociedad de los trastornos físicos y psicológicos causados por exceso de sustancias químicas en el organismo, y aumentaría de este modo la salud, el bienestar general y la vitalidad de las personas y, con ello, su felicidad.
Aprovechemos la situación actual para cambiar a fondo las cosas, no nos conformemos solo con cambiar las apariencias. ¡¡Es mucho lo que está en juego!!
Marta Domènech Flores
Consultora de crecimiento personal
Autora del libro Súbete al árbol más alto